A veces veo películas o leo libros no por interés personal sino porque sé que se me va a preguntar por ellos, como pasó con «Silencio» de Martin Scorsese o con la serie «Magi» de Amazon, sobre la Embajada Tenshō –que tengo pendiente. Me apresuro a aclarar, eso sí, que no voy a ver la nueva comedia española «Los Japón», gracias. Así que, cuando me enteré de que existía algo llamado «Batman Ninja», supe que no tardarían en aparecer preguntas al respecto, por lo que decidí verla, la descargué de Netflix y me amenizó un viaje en AVE a Montpellier. En ese momento no pensé en escribir nada al respecto, sólo quería tener algo que opinar cuando me preguntasen por ella, pero como les “debía” un articulillo a los amigos de AbOrigine y son una gente abierta y valiente, les propuse escribir una reseña sobre esta película; tras un primer “¡¿en serio?!” vino un “pues adelante”. Tras unas semanas, lo traigo también aquí.

Portada de la película, aunque por la imagen podría parecer que la película se llama «Batman Samurái».

En cuanto a la parte cinematográfica de la película, seré muy breve, primero porque aquí no se habla de cine y segundo porque yo tampoco entiendo nada de cine, más allá de que una película me guste o no. Por un lado, el guión de «Batman Ninja» cabría en tres o cuatro post-its que, además, estarían desordenados sin conexión lógica entre ellos. Nada tiene sentido y la única lógica que se llega a descubrir es que la locura va en aumento a cada minuto que pasa, porque después de un delirio estrambótico que parece insuperable viene otro mayor, lo que tiene mucho mérito. Pero eso no me parece mal, porque hablamos de una película de Batman, con la que se pretende entretener y poco más, y eso lo consigue.

Batman aparece en el Japón del siglo XVI.

A nivel visual es una auténtica maravilla, te dan ganas de ir parando la película todo el rato para ver mejor fotogramas que podrían ser cuadros, y hacer capturas de pantalla para ponértelas de fondo de escritorio en el ordenador. El diseño de los personajes es también fantástico, adaptándolos tanto al estilo de dibujo japonés como al lugar y la época en que está ambientada la película; sólo me falla un tal Gorilla Grodd, personaje que no conocía y que me ha parecido ridículo todo él, y cuyo pelo no está nada conseguido y me recuerda a la textura de un merengue pero de color negro. El ritmo de la película es frenético, como se supone que debe ser una peli de acción, con algunos momentos de calma por el medio para que respires e intentes pensar –inútilmente– en qué lógica puede haber en lo que está pasando en la pantalla. Digamos pues, como resumen: visualmente alucinante, argumentalmente inexistente pero da igual, muy rápida y muy loca. Y dejamos aquí el pésimo apartado de análisis cinematográfico, porque ni la película ni yo damos para más.

Primera muy grata sorpresa en el apartado gráfico: el cielo, usando una trama tradicional japonesa –aunque se use normalmente para el mar y no para el cielo.

Lo interesante, por lo menos para mí, que me dedico a la Historia Japonesa, es que la acción se sitúa en el Japón de finales del siglo XVI, y eso nos permite también hablar de ese aspecto, digamos, histórico de la película. A la gente de DC les debía apetecer situar a Batman en un universo de ninjas y samuráis, porque cualquier cosa en ese universo mola mucho más que en otro, y entonces tuvieron la feliz idea de dejar el proyecto en manos de japoneses. Y ese es el motivo por el que el apartado histórico es lo suficientemente notable como para que se pueda comentar –diría que también es el motivo tanto de la calidad gráfica como de la locura del guión. ¿Cómo llegan Batman, el Joker, media docena de Robins que yo no sabía que existían –me quedé en la primera de Tim Burton–, y todos los demás personajes al Japón del siglo XVI? Pues resulta que el tal Gorilla Grodd, que pese a ser un gorila desnudo resulta que es también un genio científico, inventa una máquina del tiempo para no queda claro qué, pero entonces Batman se mete por medio, ignoro el motivo, y no sé bien qué pasa pero acaban todos viajando más de cuatro siglos al pasado, y a Japón, aunque Batman llega dos años más tarde porque pasa alguna cosa de la que no me he enterado. Pero da igual, esto es lo de menos y pasa todo en dos minutos, lo importante era situar la historia ahí. Porque sí.

El característico y muy reconocible castillo de Azuchi –aunque se destruyó en 1582 y no ha quedado ni una representación gráfica del mismo– aún en construcción.

A ver, para empezar, ¿en qué año estamos? Bueno, pues en la película no se nos dice, pero hay algunas pistas que nos pueden ayudar a situarnos. Nos hablan del periodo Sengoku, el más turbulento de la historia del país, como nos indica el nombre mismo del periodo, “del país en guerra”, una larguísima guerra civil de todos contra todos en la que se tardó mucho en que alguien se impusiera sobre el resto y volviese a unificar Japón. Suele darse como inicio el año 1467 o el 1477 –dependiendo de si se incluye la Guerra Ōnin o no– y como final el año 1573, con la expulsión de la capital del último de los shōgun Ashikaga, el segundo shōgunato, o gobierno samurái, de la Historia Japonesa. Sin embargo, por mucho que digan que están en el periodo Sengoku, a los pocos minutos aparece el castillo de Azuchi y vemos además que está en construcción, y este castillo se edificó entre 1576 y 1579, fuera por lo tanto ya del periodo Sengoku. Entonces, ¿podemos decir que la película se sitúa entre 1576 y 1579? Bueno, quizá no, porque uno de los personajes representa ser –luego hablaremos de esto– nada menos que Takeda Shingen, y éste murió en mayo de 1573, dentro aún del periodo Sengoku. En fin, que no podemos dar un año concreto, pero da igual, lo importante es que nos situamos en esa época en la que varios importantes señores regionales samuráis, los llamados daimyō, se disputaban el control del país, y Oda Nobunaga ya era el que estaba más cerca de conseguirlo, o sea, que hablamos de la franja de años que van de 1573 a 1582, que es cuando murió Nobunaga. No está mal, hemos podido precisar bastante.

Como decíamos antes, para cuando Batman aparece en este Japón del pasado, el resto de personajes de su universo ya llevan dos años allí, y los villanos han aprovechado ese tiempo para –no sabemos cómo ni nos debería importar ya– convertirse en los principales daimyō del país. Y la gracia de esto es que cada uno de ellos representa ser un daimyō real de ese momento histórico, y aunque no se dicen en ningún momento sus nombres, para el público japonés –y cuatro tíos raros de otros lugares– está clarísimo desde el segundo uno quién es quién. El público occidental se habrá quedado sin captar este aspecto, aunque tampoco es algo que te impida entender lo que está pasando porque, recordemos, es imposible igualmente saber qué está pasando en ningún momento. Pero veamos de qué villanos y figuras históricas hablamos:

  • Joker = Oda Nobunaga
    Es el archienemigo de Batman y el malo más malo de todos los villanos, así que era obvio que, si hablamos del Japón de los años 1573-1582, el Joker debía ser Oda Nobunaga. Era en principio un daimyō poco importante de una provincia pequeña y poco relevante, pero supo jugar muy bien sus cartas, y venció en algunas decisivas batallas gracias a ser un gran estratega, a usar inteligentemente
    las armas de fuego –llegadas hacía poco a Japón–, y también a la buena suerte que tuvo en algunos momentos clave. Tomó la capital del país en 1568, situó como gobernante a un títere suyo que le dio la legitimidad que le faltaba, y cinco años después, cuando creyó que ya no lo necesitaba, lo expulsó de Kioto y del poder. Durante más de dos décadas fue conquistando territorios y para el momento de su muerte controlaba el tercio central de Japón. Tradicionalmente con fama de ser alguien especialmente sanguinario y cruel, quien escribe esto no se cansa de defender que, sencillamente, era aún más pragmático que sus adversarios. En 1582, estando de camino a supervisar una campaña militar, uno de sus principales generales decidió traicionarlo, atacando el templo en el que se alojaba, y se suicidó al verse vencido. En «Batman Ninja», el Joker es el antagonista principal y casi aparece más en pantalla que el propio Batman, con su risa de psicópata y acompañado de su inacabable colección de trucos y de su inseparable Harley Quinn.
  • Penguin = Takeda Shingen
    El clan Takeda era uno de los más importantes de la época, con un gran poder militar gracias en gran parte a su legendaria unidad de caballería, y su líder más destacado fue sin duda Takeda Shingen. Sigue siendo uno de los daimyō más conocidos en Japón hoy día, y en su momento parecía el principal candidato a hacerse con el país. Sin embargo, la irrupción inesperada en el tablero de juego de Oda Nobunaga, y su empecinamiento en acabar con el daimyō de la provincia vecina, cambiarían los pronósticos. En 1573, cuando dirigía una gran campaña militar para hacerse con la capital, fue alcanzado por un disparo en una batalla y murió poco después. Buenísimo el detalle en la película de cambiar el lema de Takeda, fūrinkazan (viento, bosque, fuego, montaña), por fūrinkachō (viento, bosque, fuego, pájaro), sublime detallito. Por lo poco que conozco al villano del paraguas y el sombrero de copa, diría que no hay ninguna vinculación especial entre él y Takeda, pero la verdad es que es un personaje que igualmente no tiene mucho recorrido individual en la película, y lo mismo sucede con los tres siguientes.
  • Poison Ivy = Uesugi Kenshin
    Siempre que se habla de Takeda Shingen aparece también Uesugi Kenshin, porque él era el daimyō de la provincia vecina que comentábamos antes, si a Takeda se le apodaba “el tigre de la provincia de Kai”, Uesugi era “el dragón de la provincia de Echigo”, y fueron eternos rivales pero mantuvieron siempre unas excelentes relaciones diplomáticas y casi amistosas. En 1578, cuando estaba combatiendo a Oda Nobunaga y el curso de las batallas le estaba siendo muy favorable, murió repentinamente por causas naturales antes del que podría haber sido su ataque final. Pero en la película, Poison Ivy podría haber sido Uesugi Kenshin o cualquier otro daimyō, se trataba sólo de que apareciesen los más famosos y le ha tocado este.
  • Deathstroke = Date Masamune
    Este daimyō está un poco fuera de lugar, porque nunca estuvo en la competición por hacerse con el país o con su capital, estando ubicado demasiado al norte de Japón para que esto fuese posible, y tuvo un papel más importante unos años después del momento en el que se sitúa la película, a partir de 1590. ¿Por qué aparece entonces? Porque Date Masamune es uno de los daimyō del periodo que resulta más atractivo, quizá por su elegante armadura, por su peculiar casco, o por su parche en el ojo; de hecho, su apellido ha dado lugar incluso a un adjetivo en lengua japonesa que significa “elegante, sofisticado”. También es conocido por haber sido el promotor de
    la Embajada Keichō, la expedición que trajo a unos cuantos samuráis a Europa en 1614. Y Deathstroke, pues bueno, no sé quién es, la verdad, pero he visto que es tuerto, así que ahí tenemos el nexo de unión con Date, supongo –aunque Date no era exactamente tuerto. Pero, como decía de los dos anteriores, da lo mismo.
  • Two-Face = Akechi Mitsuhide
    Akechi Mitsuhide también queda un poco fuera del grupo de daimyō que competían por hacerse con el control de Japón, aunque su aparición sí queda justificada en la película e incluso se ve una conexión con el villano Two-Face. Veamos. Akechi no era un daimyō, digamos, independiente, sino que trabajaba para el shōgun hasta que pasó a incorporarse al bando de Oda Nobunaga, convirtiéndose en uno de sus principales generales y siéndole entonces otorgado el control de varias provincias. Por motivos que hoy día siguen siendo objeto de debate académico, en 1582 decidió traicionar a Oda Nobunaga –lo hemos comentado antes– y durante dos breves semanas se hizo teóricamente con el control del país, aunque nunca gozó de apoyos suficientes para que la situación durase demasiado y, de todas formas, esas dos semanas fueron el tiempo que otro de los principales generales de Nobunaga necesitó para llegar a la capital desde la campaña militar en la que estaba enfrascado y derrotarlo en una batalla, muriendo al intentar escapar de la misma. En el imaginario colectivo japonés ha quedado como el paradigma del traidor, algo que también hace Two-Face en la película y que encaja bastante con la idea de alguien que tiene dos caras –tranquilos, no creo que esto se pueda considerar un spoiler porque ya he dicho que el guión es lo que menos importancia tiene aquí.
  • Gorilla Grodd = Toyotomi Hideyoshi
    El gorila villano este resulta que ni siquiera es un enemigo de Batman sino de Flash –o eso dice la Wikipedia–, y supongo que en el universo Batman debe haber villanos capaces de crear una máquina del tiempo, pero diría que han preferido elegir a este gorila para que quedase más gracioso que representase a
    Toyotomi Hideyoshi. Hijo de un campesino, Hideyoshi consiguió primero llegar a ser uno de los principales generales de Oda Nobunaga y señor de varias provincias, pero además fue quien acabó con Akechi Mitsuhide tras su traición, después pasó a controlar todas las tierras que había gobernado su señor y en muy pocos años conquistó todo Japón, unificándolo por fin. No contento con ello, conquistó la península coreana e intentó hacerse con toda China, aunque ahí finalizaron sus éxitos, y su vida, pues murió por enfermedad antes de que acabase el conflicto, que estaba ya más que perdido, por otro lado. El hombre más poderoso del Japón de su época, uno de los más poderosos del mundo de su época, y muy probablemente el más poderoso del Japón de cualquier momento de la historia, nada más y nada menos. En cuanto a su relación con Gorilla Grodd, bueno, como no se puede tener todo, parece ser que Hideyoshi era especialmente poco agraciado en cuanto a su apariencia física, y Nobunaga –bromista como Joker– le puso los cariñosos apelativos “rata calva” y “mono”; el primero no ha pasado tanto a la historia, pero el segundo sí quedó pegado a él de ahí en adelante y hasta la actualidad.

Las tropas de Joker/Nobunaga disparando su característico arcabuz Tanegashima, basado en un modelo portugués.

La artillería llegó también al Japón de la época, pero su uso no fue extensivo, se limitó a algunos asedios de castillos y a alguna batalla naval.

Ametralladoras. Aquí ya decidieron apartarse del rigor histórico-armamentístico.

Establecido quién es quién, ¿hay alguna conexión más entre los villanos de la película y las figuras históricas reales que representan? Ya hemos dicho que Two-Face traiciona a Joker, o sea, Akechi Mitsuhide traiciona a Oda Nobunaga, pero ni Joker muere ni la traición tiene como objetivo hacerse con el poder, porque Two-Face está aliado con Gorilla Grodd y es él quien pasa a dirigir el país desde ese momento, por lo que ahí la película difiere mucho de la realidad. Además, poco después Two-Face traiciona también a Gorilla Grodd y pasa a estar en su contra, igual que Penguin, Poison Ivy y Deathstroke, luchando entonces todos contra todos, en un impagable y a la vez gratuito momento de castillos y ciudades que se convierten en gigantescos robots al más puro estilo de la tradición cinematográfica japonesa. Es curioso que en medio de ese combate Gorilla Grodd pasa a controlarlos a todos con el poder de su mente y algo de tecnología que no llegué a entender y hace que los robots de cada uno de ellos se acoplen al suyo para formar un super-mega-ultra robot colosal, lo que podría interpretarse como que Hideyoshi unificó a todos los daimyō bajo su poder. Suena marciano, lo sé, pero estamos hablando de «Batman Ninja». Me gustó especialmente –porque me toca de cerca– el momento en que Catwoman sugiere a Bruce Wayne disfrazarse de misionero cristiano para no levantar sospechas, como si el resto de lo que sucede en la película fuese muy habitual. Por fechas, debería tratarse de un misionero jesuita, aunque el aspecto sea mucho más parecido a un franciscano, quienes no llegaron a Japón hasta 1593, pero lo mismo da. También está allí, por cierto, el mayordomo de Batman, sin que se nos llegue a decir cómo ha ido a parar también al Japón del siglo XVI, o quizá sí se dice, pero no tiene sentido igualmente.

Bruce Wayne acompañado de Selina Kyle, Catwoman, vestido de misionero jesui-ciscano. Sí, lleva el símbolo de Batman en la tonsura, es una battonsura.

Nos queda un último aspecto a analizar, el motivo por el que la película se llama «Batman Ninja», y es que resulta que en todo este caos hay también un clan ninja que desde tiempos inmemoriales tiene una profecía que dice que un día llegaría un hombre murciélago extranjero y que ellos tienen que ser sus vasallos. O algo así, a saber. Y nada, como Batman no puede recurrir a la mayoría de sus chismes tecnológicos porque en el Japón de la época no había ni GPS ni wifi ni un triste enchufe donde cargar el móvil, pues entonces recurre a estos batninjas, que también tienen un arsenal de aparatos igual de efectivos pero hechos con bambú, todos con su logotipo del murciélago, por cierto. Pero esta parte ya queda fuera de los aspectos históricos de la película porque los ninjas son un personaje tan de ficción como el propio Batman.

En algunos momentos se utiliza un tipo de dibujo distinto, en ocasiones como la de la foto, de forma acertada.

En otras ocasiones, no tanto –para mi gusto– y hay una escena completa que, porque sí, se ha dibujado de una forma bastante pobre.

En definitiva, una película cuyo atractivo reside en un 90% en el continente y un 10% en el contenido –siendo generosos–, pero que, si se tiene algún tipo de interés por la historia de Japón, como es el caso, y en especial la de este periodo, como es el caso, estos porcentajes pueden variar y quedarse en algo así como 75% y 25%. Más no, pero principalmente porque la parte gráfica es tan buena que el guión habría necesitado ser una obra maestra para equipararse con ella. Y no lo es, de verdad que no.

El grupo de villanos, sólo falta Gorilla Grodd, pero ya he dicho que me parece horrible y no lo he querido incluir.

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López-Vera, Jonathan. “»Batman Ninja», un análisis histórico, o algo” en HistoriaJaponesa.com, 2019.