Nagasaki y Tokio, 2019

 

Un viaje a Japón siempre apetece, tanto si es por vacaciones como si es por trabajo, y tengo la gran suerte de ir para allí más o menos una vez al año, así que genial. Hacía unos meses que uno de mis directores de Tesis, el profesor Asami Masakazu, de la Universidad Keiō, me había enviado información acerca de un workshop sobre cristianismo en Asia Oriental organizado por el Ricci Institute de la Universidad de San Francisco, que tendría lugar en la Universidad Sophia de Tokio a principios de octubre. Además, antes del propio workshop se incluía una visita a la ciudad de Nagasaki, en la que –pese al tema que investigo– no había estado nunca. El tema del workshop me interesaba mucho, así que preparé todo el papeleo necesario y lo envié. Unas semanas más tarde me confirmaron que había sido seleccionado para participar, junto con cinco investigadores más de distintos lugares del mundo, y entonces tocó hacer más papeleo, tanto académico como logístico –compra de billetes de avión, etc. En ese momento aún no me habían planteado el viaje a Panamá y Cuba que acabaría haciendo justo unos días antes que este, así que aún no sabía lo que se me venía encima en cuestión de aviones, aeropuertos y cansancio.

25 de septiembre

Pues nada, tras sólo tres días de descanso en casa después de regresar de Cuba, ya estaba de nuevo en el aeropuerto. Además, como la primera parte del viaje se desarrollaría en Nagasaki y la conexión con Barcelona no era la mejor del mundo, me esperaban tres vuelos seguidos, con sus respectivas esperas. Otro día, ya si eso, hablamos de los motivos exclusivamente políticos por los que Barcelona no tiene los vuelos directos que debería tener, porque es de vergüenza. En fin, que de este día hay poco que explicar, me levanté a las cuatro de la mañana para estar a las cinco en el aeropuerto, vuelo a Londres, Heathrow concretamente, y allí una escala de tres horas, durante la que tuve que tomar un bus y un metro-lanzadera –sin salir del aeropuerto– para cambiar de terminal. Desde Londres, un largo vuelo hasta Tokio, al aeropuerto de Haneda, con un avión lleno de entusiastas seguidores de la selección inglesa de rugby que iban a verla jugar en el mundial que se estaba haciendo en Japón, muchos de ellos, practicantes del mismo deporte, a juzgar por el tamaño de sus espaldas –yo jugué tres años cuando era pequeño, por cierto.

26 de septiembre

Llegada a Tokio a las siete de la mañana, donde tenía otras tres horas de escala, también con viajecito en bus para cambiar de terminal. Luego, otro vuelo de dos horas hasta Nagasaki, sin novedad, más que el cansancio y el aburrimiento. Al llegar, una vez recogí la maleta y cambié dinero, tomé un bus de casi una hora que me llevó a la ciudad de Nagasaki y me dejó a diez minutos del hotel. Durante el viaje en bus, nada más salir del aeropuerto, pude ver junto a la carretera el monumento a los cuatro enviados de la Embajada Tenshō, lo que me hizo mucha gracia. Una vez en el hotelazo impresionante en el que nos alojamos todos los participantes, resultó que mi habitación estaba en la planta 13, lo que para alguien con vértigo no es una buena noticia, y que el restaurante estaba en la 15, con amplios ventanales que ofrecían una gran vista panorámica de toda la ciudad… pues nada, a desayunar cada mañana de espaldas a los ventanales. Pero, oye, a caballo regalado… y más si la habitación es gigante y estupenda, así que nada, cortinas cerradas e intentar no pensar que estaba tan alto. En fin, como eran ya pasadas las dos de la tarde al llegar al hotel, deshice la maleta, dejé todo un poco ordenado, y me fui. Obviamente, estaba reventado del viaje, pero por eso mismo tenía que hacer cosas durante la tarde para no quedarme aplatanado y caer en las garras del jetlag. Me pasé por una oficina de correos cercana al hotel para recoger el pocket-wifi que había alquilado para este viaje, compré algo de comida para llevar en un super, y tomé un tranvía justo delante del hotel para ir al Museo de la Bomba Atómica. En los días que iba a estar en Nagasaki no iba a tener demasiados huecos libres, y este museo no entraba dentro de las visitas que íbamos a hacer, así que quise verlo esa misma tarde, y así ocupaba un poco el tiempo. Al llegar al museo, comí lo que me había comprado, en un parque que había a la entrada, aprovechando que hacía buen día, y entré. Es un museo pequeñito, te lo puedes ver en no demasiado rato, pero está bastante bien. No te deja mal cuerpo por lo que ves, porque no han ido a buscar sensacionalismo, pero sí te impresiona bastante por lo que imaginas de la situación viendo cómo quedaron algunos de los objetos que se muestran. Dejo algunas fotos que hice.

Como el museo no me llenó tanto la tarde como había pensado, regresé un rato al hotel y me puse a hacer cosas para distraerme y no pensar en que estaba cansado. A las seis habíamos quedado todos los participantes, organizadores y otros invitados en la entrada del hotel para ir a cenar a un restaurante cercano. Fue un placer conocer a los profesores M. Antoni J. Ucerler y Wu Xiaoxin, director y director administrativo respectivamente del Ricci Institute, así como al resto de compañeros e invitados. Poco después de acabar de cenar yo me volví para el hotel, y a dormir, que el día había sido muy largo.

27 de septiembre

Primer día de actividades. Por la mañana nos encontramos en la recepción del hotel y fuimos dando un paseo hasta la que sería nuestra base durante los días en Nagasaki, el Museo de los 26 Mártires, situado en el lugar donde estos mártires fueron ejecutados. El profesor Ucerler inauguró la sesión con una conferencia llamada «The Samurai & the Cross”, que hacía un excelente resumen del tema del contacto entre Japón y Europa en los siglos XVI y XVII. Ese es precisamente mi ámbito de estudio, pero algunos de los otros participantes trabajaban, dentro del marco del cristianismo en Asia Oriental, acerca de otros lugares o momentos, así que seguro que les resultó muy interesante. Al acabar, y tras un cafelito, tuvimos el privilegio de visitar el museo guiados por el señor Miyata Kazuo, su director. Os dejo unas cuantas fotos aquí debajo, he intentado hacer una selección porque me parecían demasiadas, pero es que había muchas cosas interesantes.

El profesor Ucerler en acción

Una de las salas del museo desde el balcón del segundo piso

En una de las paredes del segundo piso había un mural imitando las típicas pinturas nanban en el que se representan distintas escenas de todo el incidente de los 26 mártires

Un detalle del mismo mural, en el que se representa el momento de la ejecución, en la misma colina en la que está el museo

Los escudos de armas de los apellidos de Francisco de Xabier y de Ignacio de Loyola en una vidriera

Mapa de la ciudad de Nagasaki en el que destaca la isla artificial de Dejima

Representación de la ejecución de los mártires en el libro Vidas de los mártires del Japón…, de Eustaquio María de Nenclares, 1862; es muy curioso fijarse en la ropa y peinados de los supuestos japoneses

Copia manuscrita del año 1592 del edicto de expulsión de los jesuitas publicado por Toyotomi Hideyoshi en 1587, un documento que me gustó especialmente ver, porque lo trabajé mucho para mi Tesis Doctoral

Nada más y nada menos que una carta original de Francisco de Xabier, escrita en Indonesia en 1546 –antes de llegar a Japón– para el rey João III de Portugal

Detalle de la misma carta, con la firma

Colección de tsuba –guardamanos de una katana– con decoración cristiana

Carta original de Julião Nakaura, uno de los cuatro jóvenes japoneses de la Embajada Tenshō, escrita en Kuchinotsu en 1621 para un jesuita de Roma

La misma carta, por el otro lado

Me hizo mucha gracia que hubiesen elegido una tipografía tan heavy metal para las distintas zonas del museo

Una copia del guión de la película Silencio, regalada al museo por el propio Martin Scorsese, quien lo visitó para documentarse

Durante la época de persecución del cristianismo, se obligaba periódicamente a la población a pisar una imagen de Cristo o la virgen María, para demostrar que ya no eran cristianos; estas imágenes de metal recibían el nombre de fumi-e –literalmente «pisar» e «imagen»–; este de la foto es una reproducción de un fumi-e verdadero, se usó para la película Silencio, y posteriormente Martin Scorsese lo regaló al museo

Tablero de anuncios con el que se recuerda a la población, ya en 1711, que el cristianismo está prohibido, se hace un listado de recompensas en monedas de plata para aquel que denuncie a alguien por ser cristiano o incluso sacerdote, y se afirma que si alguien esconde a un cristiano, toda su familia e incluso su clan serán castigados

Escultura que representa al daimyō cristiano Takayama Ukon, obra de Funakoshi Katsura, el mismo escultor que realizó el famoso monumento a los 26 mártires; Takayama juega un papel importante en mi Tesis Doctoral, y tengo intención de trabajar más sobre él en el futuro

«Nuestra Señora de las Nieves», una de las pocas obras de arte religiosas del estilo nanban que sobrevivió a la persecución del cristianismo, pintada en Nagasaki entre 1600 y 1614; el señor Miyata se disculpó avergonzado porque se trataba de una réplica, ya que el original estaba en esos momentos siendo restaurado para estar en las mejores condiciones de cara a la próxima visita del papa Francisco… tampoco hacía falta decirlo, yo no me habría dado cuenta de que era una réplica, pero bueno

Todos muy atentos a las explicaciones del señor Miyata; foto de Wu Xiaoxin

Representación de la isla de Dejima

El papa Francisco visitó Japón, Nagasaki y el Museo de los 26 Mártires incluidos, dos meses después de que lo hiciésemos nosotros, pero su presencia ya podía notarse, por decirlo así

Al acabar la visita, nos hicimos unas fotos junto al famoso monumento a los 26 mártires y nos fuimos a comer a un restaurante chino, donde nos ofrecieron un menú de degustación con muchísimos pequeños platos.

El famoso monumento a los 26 mártires, obra de Funakoshi Katsura; en la foto también se ven las dos torres claramente inspiradas en la obra de Gaudí de la iglesia que hay junto al museo

Foto de grupo ante el monumento; de Wu Xiaoxin

Foto de grupo en la puerta trasera del museo; de Wu Xiaoxin

Por la tarde estuvimos de caminata por la ciudad, algo que fue muy interesante pero también cansado, porque Nagasaki tiene muchas colinas y porque aún hacía bastante del húmedo calor típico del verano japonés. Visitamos varios de los lugares relacionados con el cristianismo de la ciudad, como el templo Honren-ji, la iglesia de Nakamachi, el templo Saishō-ji, la iglesia de Santo Domingo –o la excavación arqueológica que hay donde antiguamente estaba la iglesia–, el santuario Suwa y la iglesia de Ōura. Unas tres horas caminando arriba y abajo, antes de volver al hotel con tranvía, que ya no apetecía andar más. Dejo algunas fotos más abajo, aunque no hice muchas esa tarde. Cena con algunos de los compañeros y ya está.

Monumento a Tomás Nishi y otros quince mártires, todos monjes dominicos o personas que colaboraban con ellos, ejecutados entre 1633 y 1637, el monumento está junto a la iglesia de Nakamachi y se erigió en 2015

Una de las placas con los nombres de los mártires

Comentando algo con Paula Hoyos Hattori; foto de Wu Xiaoxin

28 de septiembre

Sábado, pero laborable para nosotros, porque los días libres serían el lunes y el martes. Primero tuvimos una conferencia llamada “The Faith of the Ancestors: Kyushu’s ‘Hidden Christians’ and Catholics in Late Edo & Early Meiji Japan”, del profesor Martin Nogueira Ramos, francés, pese a lo portugués de sus apellidos, y director de l’École Française d’Extrême-Orient, en Kioto. Café, y otra conferencia, esta llamada “Nagasaki’s UNESCO-listed Christian Heritage”, a cargo del profesor Simon Hull, de la Nagasaki Junshin Catholic University. Después regresamos al hotel para comer en el mismo restaurante en el que desayunábamos cada mañana. Por la tarde vinieron a buscarnos unos cuantos taxis para llevarnos al Museo de Historia y Cultura de Nagasaki. Este museo está dedicado al tema del contacto entre Japón y Europa, y además de ser un museo es también un archivo sobre este mismo tema. De hecho, la primera parte de la tarde consistió en una visita al archivo del museo, donde nos enseñaron una serie de importantes documentos guardados allí, y luego nos dejaron hacer lo que más nos gusta, que es toquetear papeles viejos y hablar sobre ellos en corrillos. Al acabar, podíamos irnos libremente a visitar el museo –os dejo algunas fotos– y volver al hotel cuando cada uno considerase.

Todos escuchando atentamente las explicaciones en el archivo del museo

Fiesta, vía libre para poder mirar de cerca los documentos que nos sacaron del archivo

No tengo ni idea de qué le estaría contando a la pobre Paula, pero es gracioso que siendo ella argentina fuese yo el que hablase todo el rato, para que te fíes de los tópicos; foto de Wu Xiaoxin

Tengo debilidad por los mapas, y este me encantó, estuve un buen rato mirando y fotografiando todos los detalles

La entrada al museo está custodiada por una gigantesca estatua de Sakamoto Ryōma

Un clásico biombo nanban representando la llegada de un barco portugués

Reproducción del libro Dochirina Kirishitan (Doctrina cristiana), del año 1600

Libro de anatomía del año 1774, traducción al japonés de un libro holandés, llegado a Japón a través de la isla de Dejima

Copia del Tratado de Amistad y Comercio entre Estados Unidos y Japón, más conocido como Tratado Harris, de 1858; a pesar de este amable nombre oficial, se trataba en realidad de un tratado desigual, típico del colonialismo occidental de la época

Como era también típico de este tipo de tratados, al firmarlo con una potencia, el resto de ellas se apresuraban a firmar tratados equivalentes, este es el Tratado de Amistad y Comercio entre Holanda y Japón, del mismo año 1858

Tratado de Amistad y Comercio entre Rusia y Japón, también del año 1858

Y, finalmente, Tratado de Amistad y Comercio entre Inglaterra y Japón, cómo no, del año 1858; también había una copia del Tratado de Amistad y Comercio entre Francia y Japón, obviamente, de 1858, pero ya consideré que quizá era demasiado

Un fumi-e representando a Cristo como ecce homo, del siglo XVI

Tablón de anuncios recordando la prohibición del cristianismo, ya en un moderno año 1868; cinco años más tarde se dejó de perseguir a los cristianos, por la presión de las potencias occidentales, y en 1889 se estableció oficialmente la libertad de religión

Figuras conocidas como Maria Kannon, es decir, representaciones de la bodhisattva Kannon que eran utilizadas por los cristianos japoneses clandestinos para rezar a la virgen María

Copia de la orden de Toyotomi Hideyoshi de 1588 mediante la cual se decretaba la prohibición de tener armas a la población civil

Diccionario holandés-japonés del año 1810

Diccionario holandés-japonés del año 1833

Monedas mexicanas de ocho reales de plata, llegadas a Japón en el año 1858

Katana obra del maestro Masashige, entre 1672 y 1680

Katana obra del maestro Tadayoshi I, siglo XVII

Por la noche fui a cenar ramen con las dos compañeras con las que tuve más relación, la profesora Raissa de Gruttola, de la Universidad de Perugia, y la profesora Paula Hoyos Hattori, de la Universidad de Buenos Aires, y poco más que explicar.

29 de septiembre

La mañana del domingo la teníamos libre, y yo tenía planeado desde que supe que vendría a Nagasaki una visita a la isla de Dejima, que no entraba en la lista de lugares que íbamos a ver pero que yo quería visitar desde hacía mucho tiempo. Sobre la isla en sí no voy a explicar demasiado, porque ya tenéis su artículo correspondiente, sólo decir que me encantó, porque además fui bien pronto, cuando acababan de abrir, y pude pasear por allí tranquilamente porque no había casi nadie. Os dejo unas cuantas fotos. Me compré algo de comida para llevar y el resto de la mañana estuve en mi habitación trabajando en la presentación que haría unos días más tarde en Tokio.

Unas gyōza, fideos zaru soba y un poco de tamagoyaki, aquí se come bien hasta de supermercado

Puerta de entrada a la isla, lo que antiguamente era la puerta del embarcadero

Un samurái nada más entrar por la calle principal

Cañón holandés de bronce encontrado en el puerto de Nagasaki en 1954

Insignia de la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales (VOC)

Fabricado en Amsterdam en el año 1640

Cañón holandés de hierro encontrado en el puerto de Nagasaki en 1964

Una samegawa, o «piel de tiburón» –aunque en este caso es de raya–, muy valoradas en Japón para hacer las empuñaduras de las katanas, los holandeses las importaban desde el sureste asiático o el Océano Índico

Reproducción de una carraca portuguesa

Reproducción de una nave holandesa modelo Friesland de 1663

Manual de Rangaku –»estudios holandeses»– de 1788

Pistola encontrada en la zona de la residencia del director de la factoría de Dejima, posterior a 1845

Porcelana con la insignia de la VOC, siglo XVII

Tetera de porcelana inglesa, siglo XIX

Pipas holandesas

Escultura de basalto «Ships of Destiny», del artista holandés Kees Ouwens, 1999

La gran maqueta de la isla de Dejima que hay en la propia isla de Dejima

Curioso lugar habilitado para hacer una foto como la anterior

Un vigilante custodiando el puente que, antiguamente, era el único punto de contacto entre la isla y el resto de Nagasaki, el que se ve en la fotografía anterior

Por la tarde tuvimos otra sesión de caminata por la ciudad, con el añadido de la lluvia, una lluvia que ni acababa de llover de verdad, ni acababa de irse, lo suficiente para añadir más humedad al calor y para que no pudieras hacer muchas fotos por ir ocupado con el paraguas. En esta ocasión se trataba de visitar “la Nagasaki china”, porque la ciudad fue también un importante nexo de contacto con el país vecino, y así ha quedado patente en diversos lugares. Visitamos el barrio chino, la calle Tōjin Yashiki, el templo Sōfukuji, de paso vimos el famoso puente Megane, el templo Kōfukuji, el santuario Sakura-baba Tenman Jinja y el templo Shuntokuji, que antiguamente había sido una residencia jesuita. Como decía, no pude hacer demasiadas fotos, por aquí os dejo alguna, además del tema de la lluvia, porque fui casi todo el rato respondiendo encantado a las preguntas de Simon Hull, quien estaba muy interesado en el tema que trabajo… y a mí sólo hace falta que me preguntes para que me enrolle como una persiana.

Pequeño muro en cuya construcción se aprovechó una lápida cristiana

Monumento a Luís de Almeida, quien además de médico y cirujano, había sido un exitoso y rico mercader; al hacerse jesuita en Japón, donó su fortuna a la misión y fundó el primer hospital occidental del país en Funai, actual ciudad de Ōita, donde hoy día hay un hospital con su nombre

Curiosísimo torii shintoísta construido en porcelana, si no es el único, debe ser de los pocos hechos con este material, si no recuerdo mal, estaba por la zona de la calle Tōjin Yashiki

Por la noche, y como despedida de la ciudad de Nagasaki, fuimos todos juntos a cenar a un bonito restaurante del puerto, en una terraza a pocos metros del agua. Días más tarde, ya en Tokio, supimos que toda esta visita a Nagasaki no entraba dentro del plan original, que originalmente consistía sólo en los días de Tokio, pero que una persona cuya identidad no nos revelaron –sólo que era “un señor japonés importante”– se había mostrado muy interesado en que visitásemos la ciudad y se había ofrecido a financiar todo: el lujoso hotel con habitaciones en el “premium floor”, las comidas que hicimos como parte del programa, los taxis, y los vuelos de Tokio a Nagasaki y de Nagasaki a Tokio. Alucinante. Pues nada, muchas gracias, señor, sea usted quien sea.

Uno no se aloja cada día en hoteles que tienen a una pianista tocando en directo en la entrada

30 de septiembre

Día libre. El siguiente compromiso lo teníamos al día siguiente a las seis de la tarde en Tokio, y cada uno era libre de viajar hasta allí cuando y como quisiese, pero fuimos unos cuantos los que coincidimos en el vuelo de las once de la mañana, así que hicimos el viaje juntos. De nuevo, casi una hora de bus hasta el aeropuerto, y un vuelo de casi dos horas a Haneda. Esa noche cada uno se buscaba el alojamiento por su cuenta, así que al llegar a Tokio, casi a la una del mediodía, ya cada uno se fue por su lado. Yo, como casi siempre que estoy en Tokio, elegí un hotel en el barrio de Ueno. Por la tarde me pasé a saludar a la estatua de Saigō Takamori –una tradición mía–, hice unas compras por aquí y por allá, y cené con amigos.

Mi amigo Saigō, tan estupendo como siempre

1 de octubre

Día libre hasta la hora de la cena. Paseo por Ueno por la mañana, y luego ya agarré la maleta y me fui hasta la zona de Yotsuya, por donde está la Universidad Sophia, que es donde se llevaría a cabo el workshop y donde teníamos el hotel para el resto de días. Una habitación menos lujosa que la de Nagasaki, pero que me gustó incluso más, no sólo porque estaba mucho más baja, sino porque además de baño propio tenía también cocina y lavadora-secadora, era como un pequeño apartamento, tenía incluso un extraño aparato para planchar la ropa en vertical. Como curiosidad, el restaurante del hotel, donde desayunábamos por la mañana, era un restaurante de la cadena Jonathan’s. En fin, deshice la maleta y me fui a hacer unas compras y a comer por el barrio, por cierto, comí de muerte, eligiendo restaurante con el casi infalible método de “ahí hay cola para entrar, debe ser bueno”. Después de comer me fui para Shibuya, donde había quedado con uno de mis mejores amigos en Tokio, y estuvimos charlando un par de horas tomando un café. Regreso al hotel, a tiempo para ir a cenar con los participantes del workshop, en un restaurante tipo izakaya donde no dejaban de traernos platos y más platos para compartir. Uno de los platos, por cierto, era ese típico plato de sashimi que te traen con el pez del que han cortado los filetes… y que sigue vivo, lo tienes ahí en el plato mirándote y abriendo la boca de vez en cuando; lo había visto en vídeos, pero nunca en persona, y no tenía ninguna necesidad de verlo, la verdad.

2 de octubre

Primer día del workshop propiamente dicho, que duraría tres días. Si el tema era el del cristianismo en Asia Oriental, el motivo del workshop era el de trabajar en la conversión de una tesis doctoral en un libro. Los seis participantes debíamos ser doctores desde hacía menos de cinco años y estar trabajando en eso, en convertir nuestras tesis en una monografía. Para ello, a cada uno se nos había asignado un mentor, un académico senior, podríamos decir, que se había leído nuestra tesis y nos daría consejos de cara a convertirla en un libro. Pero sigamos con lo sucedido este día. Tras desayunar en mi restaurante, Jonathan’s, nos fuimos a la Universidad Sophia, a cinco minutos del hotel. Me hizo gracia volver a estar en esta universidad, tras año y medio de mi anterior visita, y también me hizo mucha ilusión encontrarme allí con mi director de tesis, el profesor Asami, porque como en julio no pudo venir a mi defensa, era la primera vez que nos veíamos siendo yo doctor, así que le traje una copia de mi tesis-ladrillo. Él participaba en el workshop como mentor de Paula Hoyos Hattori, cuya tesis está escrita en castellano. Tras el acto de bienvenida y apertura del workshop, el profesor Ucerler dio la conferencia inaugural, llamada «Jesuit Networks of Communication and Knowledge Transmission: East & West”, que me pareció interesantísima, porque Ucerler es uno de los mayores expertos en este tema, además de ser él mismo sacerdote jesuita.

El profesor Ucerler dando su conferencia

Después fuimos a comer a una sala-comerdor-restaurante para profesores en un piso ridículamente alto, el 17, de uno de los edificios de la universidad. Como la comida ese día me pareció un poco insuficiente y teníamos un poco de tiempo libre hasta la siguiente actividad, me fui a unas de las cafeterías de estudiantes, donde había comido cada día en mi anterior visita, porque recordaba que se comía muy bien. Allí, casualidad de las casualidades, me encontré con unos cuantos estudiantes del Grado de Estudios de Asia Oriental de la Universitat Autònoma de Barcelona, es decir, chavales que estudian lo mismo que yo estudié, y que están haciendo este curso en Sophia. Como yo iba solo y me parecieron muy majetes, me senté a comer con ellos, y resultó que alguno me seguía en Twitter y otro era primo de un amiguete mío.

Con los chavales de la UAB

De vuelta al aula, esa tarde empezaban las presentaciones de los seis participantes en el workshop, seguidas cada una de ellas de un comentario por parte del mentor del participante en cuestión y, cada dos participantes, un turno abierto de preguntas por parte de cualquiera de los presentes. La primera sesión estuvo moderada por el profesor Wu Xiaoxin, y la primera en presentar fue la profesora Raissa de Gruttola –ya la he nombrado antes–, con una presentación llamada “‘And the Word became Chinese’. The Chinese Catholic Bible Translated by Gabriele Allegra”. Su trabajo trata principalmente el tema de las traducciones de la Biblia al chino, y su tesis se centra en la figura y obra del sacerdote franciscano Gabriele Allegra, quien elaboró la primera traducción completa, a mediados del siglo XX. Tras ella, fue el turno de su mentor, el profesor Song Gang, de la Universidad de Hong Kong. El segundo participante fue el profesor Rômulo da Silva Ehalt, de la propia Universidad Sophia, brasileño pero residente en Japón desde hace muchos años, con la presentación “The Society of Jesus and the Problem of Slavery in Early Modern Japan”. Su trabajo era uno de los más cercanos al mío, pues trabajamos la misma época y contexto, aunque él se centra en el tema del esclavismo en el Japón de ese momento y la participación de los europeos –jesuitas incluidos– en el mismo. Dentro de mi propia tesis hay un apartado al respecto, así que me interesó mucho su presentación. A continuación habló su mentora, la profesora Orii Yoshimi, de la Universidad Keiō, a quien no conocía en persona aunque tenemos varios conocidos en común y resultó ser simpatiquísima. Después, turno abierto de preguntas para los dos participantes, pausa para el café, y otra sesión, con dos participantes más. Esta segunda sesión estuvo moderada por el profesor Kawamura Shinzō, de la Universidad Sophia –a quien cito en mi tesis, por cierto– y la primera en presentar fue Paula Hoyos Hattori –nombrada ya anteriormente– con una presentación llamada “Historical legacies of Christianity in East Asia”. Paula trabaja acerca de las construcciones de identidad y alteridad en las cartas de los jesuitas de la misión japonesa a finales del siglo XVI. Es decir, buena parte del material con el que trabaja es también el mismo que trabajo yo, aunque los enfoques sean distintos, por lo que teníamos muchos temas de conversación, de esos que casi nunca puedes hablar con nadie porque ¿a quién narices le interesa algo así? En fin, que después habló su mentor, el profesor Asami, como había dicho antes. La segunda participante de esta sesión fue la profesora Ikehata Chikako, de la Universidad Dōshisha, en Kioto, con una presentación llamada “‘But our Citizenship is in Heaven’: making Christianity ‘Japanese’ and transnational, 1895-1952”. Chikako trabaja el transnacionalismo cristiano, especialmente los intentos de los cristianos japoneses del siglo XX de equilibrar sus identidades japonesa y cristiana. Tras ella, su mentora, la profesora Nawata-Ward Haruko, del Columbia Theological Seminary, y, para terminar, el turno abierto de preguntas.

Hablando con Raissa; foto de Wu Xiaoxin

La presentación de Rômulo

Para cenar nos llevaron a un restaurante francés, algo que a mí no me emociona especialmente, pero se compensó con la entretenidísima charla de mis compañeros de mesa, que fueron Raissa de Gruttola, Nawata-Ward Haruko y Albert Hoffstädt –de quien hablaré más adelante.

3 de octubre

Segundo día de workshop. Para empezar, conferencia del profesor Song Gang llamada “Approaches and methods for the study of Christianity in China”. Pausa para el café y tercera sesión de presentación de los participantes, moderada por la profesora Tricia Bølle, de la St. Francis Xavier Lay Missionary Society. El primero en presentar fui yo, con una presentación titulada “Toyotomi Hideyoshi and Europe”, a la que siguió el comentario de mi mentor, el profesor Martin Nogueira Ramos. Después fue el turno para el último de los seis participantes, el profesor Bo Tao, de la Universidad de Yale, aunque ahora empezará una estancia postdoctoral en la Universidad Waseda, quien trabaja acerca del escritor y activista cristiano Kagawa Toyohiko y el cristianismo japonés antes, durante y después de la Segunda Guerra Mundial. Habló entonces su mentora, la profesora Emily Anderson, académica independiente desde que dejase la Universidad de Auckland, y la sesión terminó con el turno abierto de preguntas. Para comer este día quedábamos libres para ir donde quisiésemos, así que me volví a ir a la cafetería de estudiantes, y esta vez se me unieron un montón de compañeros. Tras la comida tocaba una sesión de mentoría, en la que cada participante se sentaba con su mentor durante una hora para que le pudiese hacer con más tranquilidad todos los comentarios que considerase oportunos sobre cómo trabajar en la conversión de la tesis en libro. Quiero dar las gracias a Martin Nogueira Ramos por los interesantísimos consejos que me dio y que seguro que pondré en práctica cuando empiece a trabajar en este proyecto dentro de poco.

Soltando mi rollo; foto de Raissa de Gruttola

Junto con Bo, en el turno abierto de preguntas; foto de Raissa de Gruttola

Paula en la sesión de mentoría con el profesor Asami Masakazu, y ese ladrillo de 742 páginas que hay sobre la mesa es una copia de mi Tesis; foto de Wu Xiaoxin

Después de esta sesión de mentoría, nos llevaron a visitar la Kirishitan Bunko de la Universidad Sophia, es decir, la biblioteca especializada en temas cristianos. Como estuve ya el año pasado visitándola, en un principio no me pareció algo especialmente interesante, pero la segunda parte de la visita no me la esperaba para nada. Nos metieron en un ascensor y nos bajaron a un piso subterráneo que no salía en la lista de pisos del edificio y donde el ascensor sólo bajaba con llave. Tanta seguridad se debía a que allí guardan los tesoros de la biblioteca, una colección de valiosísimos documentos de los que nos enseñaron una buena muestra y que incluso nos dejaron fotografiar, aunque no tocar, obviamente, y sólo el profesor Ucerler podía tocarlos, quien había sido el encargado de encontrar y adquirir muchos de ellos para esta universidad, por cierto. Fue un momento muy especial para todos, porque no es algo nada habitual que admitan visitas en esta especie de búnker, incluso los profesores veteranos estaban emocionados haciendo fotos a todo. Yo hice todas las que pude, pero creo que lo correcto es compartir sólo algunas de ellas aquí. A mí lo que más me emocionó de todo fue una carta original de Toyotomi Hideyoshi, que el profesor Ucerler presentó diciendo «algo que encantará a mi amigo Jonathan»; aquí os dejo una foto de la misma, además de unas cuantas más de algunos de los tesoros de la universidad.

La carta de Hideyoshi

El profesor Ucerler iba sacando los distintos documentos y mostrándolos

Mapa de China y el resto de Asia Oriental del cartógrafo inglés John Speed, de 1626; un mapa con muchas curiosidades, como que Corea aparezca como una isla

Japón, sin Hokkaidō

El típico soldado japonés de toda la vida, con un aspecto de lo más japonés

Para ilustrar la sociedad japonesa, una ejecución, un ejemplo de lo importante que fue para la Europa de la época la persecución del cristianismo que estaba teniendo lugar en Japón

Una impresionante copia manuscrita de la Historia da Igreja do Japão, de João Rodrigues; no es la mejor foto del mundo, pero todo el mundo quería hacerle fotos y fue un poco complicado

«Iaponiae Insulae Descriptio», famoso mapa de Japón del cartógrafo portugués Luís Teixeira, de 1595; de nuevo, Corea es una isla y Hokkaidō no existe

Impresionante documento del gran daimyō Ōtomo Sōrin

Detalle del mismo documento, en el que se ve el sello que empezó a utilizar para firmar tras bautizarse, con las letras «FRCO» de su nombre cristiano, «Francisco»

El profesor Ucerler mostrando una de las varias tsuba con decoración cristiana que nos enseñaron

Tras esta visita, volvimos a subir a esa sala de la azotea del edificio más alto de la universidad, donde nos tenían preparada una estupenda cena tipo cocktail. Al acabar, me fui a Shibuya, donde un amigo organizaba una fiesta-concierto, y poco más que contar este día.

4 de octubre

Tercer y último día del workshop, uno especialmente interesante para los participantes por su información de tipo práctico. Primero era el turno de Albert Hoffstädt, que es editor senior de estudios asiáticos de la editorial Brill, una de las principales editoriales académicas del mundo, con base en Leiden, Holanda. Su charla llevaba por título “Of Scholars and Publishers”, y os podéis imaginar que la información que alguien así te pueda dar sobre cómo publicar un libro académico es de lo más interesante, así que lo disfrutamos muchísimo. Después nos ofreció otra charla la profesora Bettina Gramlich-Oka, de la Universidad Sophia, editora de la prestigiosa revista Monumenta Nipponica, que lleva publicándose en esta universidad desde 1938. Su charla se llamó “Publishing Matters. Current Trends and Advice for Authors”, y fue de lo más útil de cara a saber cómo ser más efectivos enviando artículos a este tipo de revistas. Pausa para el café, y otras dos charlas, relacionadas con el Ricci Institute, la primera a cargo de Wu Xiaoxin, titulada “Ricci Institute Library & Archival Resources”, y la segunda a cargo de Stephen Ford, doctorando que trabaja como asistente editorial en el instituto y se encarga actualmente de la serie de libros “Studies in the History of Christianity in East Asia” que está publicando Brill. Después, a comer, y fue curioso porque comimos en la Kirishitan Bunko, con unos bentō que nos trajeron, y me pareció muy gracioso estar comiendo exactamente en la misma mesa y la misma silla en la que hace año y medio estuve sentado trabajando en unos documentos. Al acabar me volví a pasar por la cafetería de estudiantes a por un helado, y volví a ver a los estudiantes de la UAB del otro día, además de a un chico español que se ve que me sigue en Twitter y que está allí con una beca Monbushō. Un saludo a todos ellos si leen esto.

Albert Hoffstädt

Bettina Gramlich-Oka

Wu Xiaoxin

Tras comer, nos fuimos todos en tren y metro hasta el barrio de Chiyoda para visitar los National Archives of Japan. Allí nos habían preparado un tour por todo el edificio, y pudimos ver la sala en la que tienen guardados los documentos, bajo unas condiciones de luz y humedad muy cuidadas, o la sala en la que restauran los documentos dañados y el laborioso proceso que siguen para ello. Acabamos el recorrido en un aula, donde nos recibió nada menos que el presidente de la institución, el profesor Katō Takeo, lo que fue un gran honor. Después, el profesor Ucerler nos dio una charla acerca de la historia del archivo nacional y, para terminar, una nueva fiesta de dejarnos mirar y fotografiar documentos y mapas antiguos. Os dejo algunas fotos del momento.

La charla del profesor Ucerler

De nuevo, festín de documentos

Foto de Wu Xiaoxin

Por la noche teníamos una tarea pendiente, y es que ni Raissa ni Paula habían ido nunca a un karaoke japonés, y eso no puede ser, así que primero fuimos a cenar a uno de mis garitos de gyōza favoritos de Tokio, y luego pasamos por un karaoke donde lo dieron todo, digno de ver –hay fotos y vídeos, pero mejor no hacerlos públicos.

5 de octubre

Este día ya no había workshop, pero sí un simposio internacional que se había organizado para ir aparejado a nuestro workshop. El simposio llevaba por título “Historical Legacies of Christianity in East Asia”, ahí tenéis el cartel, y era abierto al público, a diferencia del workshop. Estaba compuesto de tres paneles, cada uno de ellos con un moderador, tres ponentes y un comentarista, y llevaban por título “Christianity in Japan”, “Christianity in China” y “Christianity in Korea”.

El primero tenía como moderador al profesor Kawamura Shinzō, como ponentes al profesor Ubaldo Iaccarino, de la Academia Sinica de Taiwán, con la presentación “Missionaries or Diplomats? The Role of the Mendicant Friars in the Hispano-Japanese Relations of the late-Sengoku Period (1582-1614 ca.)”, al profesor Toyoshima Masayuki, de la Universidad Sophia, con la presentación “Innovations in Book Production in the Early Jesuit Mission in Japan”, y al profesor Martin Nogueira Ramos, con la presentación “From Hidden Christianity to Catholicism: The ‘Conversion’ of Hirata Yakichi Paul (1833-1901), a Craftsman from Imamura”, y como comentarista a la profesora Guo Nanyan, de la Universidad de Tokio. Me hizo ilusión ver a Ubaldo Iaccarino, porque la anterior vez que lo había visto había sido hace seis años, el día en que defendió su tesis doctoral, en la Universitat Pompeu Fabra, de hecho, en la misma sala en la que defendí yo la mía.

El segundo panel tenía como moderadora a la profesora Guo Nayan, como ponentes al profesor Song Gang, con la presentación “Building a Temple Inside the Mind: Christian-Confucian Spiritual Life in Late Ming Fujian”, al profesor Han Qi, de la Chinese Academy of Sciences, con la presentación “Science, Knowledge, and Power: Observations of the Shadows of the Sun and the Kangxi Emperor’s Role in the Calendrical Reform”, y al profesor Wu Xiaoxin, con la presentación “Worth More than a Thousand Words: Preliminary Exploration of Missionary Films in China in the 1930s and 1940s”, y como comentarista a la profesora Zhu Feng, de la Universidad Kyoto Notre Dame University. Después de comer, el tercer panel, que tenía como moderadora a la profesora Zhu Feng, como ponentes a la profesora Soh Jeanhyoung, de la Universidad Nacional de Seúl, con la presentación “Translating the Aristotelian Way of Thinking: Jesuits’ Redefinition of ‘gezhi’ and ‘qiongli’ in the Seventeenth Century China”, al profesor Pierre-Emmanuel Roux, de la Universidad París Diderot, con la presentación “Law, Border-crossing, and the “Evil Teaching”: Exploring the Trial of Fr. Andreas Kim Taegŏn (1821-1846) in an East Asian Perspective”, y al profesor Kim Halla, de la Universidad Sogang, con la presentación “The Fate of the Soul (Anima humana) in Dasan’s Confucianism Revamped”, y como comentarista a la profesora Tricia Bølle. Pausa para el café y después una mesa redonda y unos comentarios finales.

La presentación del profesor Wu

Momento de relax entre paneles

La mesa redonda

6 de octubre

Día de regreso, en pie a las cinco, en la calle a las seis, en el aeropuerto de Haneda a las siete, y en el avión a las nueve. El vuelo largo de costumbre, aterricé pasada la una del mediodía hora local en Londres, con tres horas y media de escala, y de nuevo un metro-lanzadera y un bus para cambiar de terminal. Vuelo de unas dos horas y media hasta Barcelona.

Un último vistazo a la Universidad Sophia antes de entrar en la estación de Yotsuya

Final

Este viaje ha sido una muy buena experiencia, por muchos motivos, la primera vez que he participado en un evento académico siendo ya doctor, la primera vez en Nagasaki, he conocido a gente muy interesante y he aprendido mucho, que es de lo que se trata siempre. En lo que respecta al proyecto de convertir mi tesis en un libro, no podría haberme sido más útil, y espero que se vea reflejado en la consecución del mismo. Tengo que dar las gracias a muchas personas, empezando por la gente del Ricci Institute, con los profesores Ucerler y Wu a la cabeza, pero también a Gladys Perez, por toda la logística, todos ellos han resultado ser una gente estupenda. Gracias también al profesor Asami Masakazu, aparte de por todo lo que ha hecho por mí, en lo que respecta a este viaje, por informarme de la existencia de este workshop. Al profesor Martin Nogueira Ramos, mi mentor en este workshop, por todos sus excelentes consejos. Al resto de participantes, muy especialmente a Raissa y Paula, por hacerlo todo más divertido al poder conversar de asuntos no académicos. A Albert Hoffstädt y Bettina Gramlich-Oka, por sus buenísimos consejos y por ser tan amables. Y, en definitiva, a todos los que han ido apareciendo en esta crónica. Espero que nos veamos en otra ocasión.

Foto de Wu Xiaoxin