Hace unos pocos días que volví de este último viaje a Japón, principalmente a Tokio, un viaje que –como siempre que voy allí– fue una gran experiencia. Como ya dije, el motivo principal del mismo no estaba relacionado con mi trabajo sino que fueron sobre todo unas vacaciones en familia, así que no hay demasiado que contar aquí. Dentro de tres o cuatro meses seguramente volveré por allí, y esta vez serán más días y por temas de investigación, así que entonces podré explicar cosas más interesantes.
Aproveché que estaba en Tokio, eso sí, para tener una reunión de trabajo con mi co-director de Tesis, el profesor Asami Masakazu, en su universidad, la Keiō University, lugar que siempre es un placer visitar.
Por otro lado, estuve en el museo del santuario Yasukuni y me encontré con la sorpresa de una exposición temporal sobre armaduras y armamento samurái de los periodos Sengoku y Edo. Además de traerme el catálogo de la exposición pude hacer un montón de fotos porque, a diferencia de la mayor parte del museo, allí sí estaban permitidas. A ver si tengo tiempo un día de estos y subo las fotos que hice junto con una pequeña explicación de cada una. Si pasáis por Tokio no os lo podéis perder, estará hasta diciembre; si vais en otro momento, siempre tenéis la impresionante colección del Museo Nacional, expuesta de forma permanente.
El que no estará disponible hasta marzo es uno de mis museos favoritos, el Edo-Tokyo Museum, que está cerrado por reformas y que me quedé con las ganas de ver, como ya me pasó hace más de dos años en un anterior viaje. En general, muchos de los sitios que he visitado estos días estaban en obras, incluidas muchas estaciones, supongo que por la proximidad de los Juegos Olímpicos de 2020, una pena.
Pues nada, como siempre que vuelvo de Japón, ya estoy deseando volver.