Como ya anuncié que haría en la anterior noticia, el pasado día 5 de diciembre me desplacé hasta Madrid para participar en un seminario de conmemoración del IV centenario de la Misión de Hasekura, de la Universidad de Alcalá, bajo el título de «Visiones de un mundo diferente: La literatura de avisos y el arte namban en el Japón de los siglos XVI y XVII«, organizado por el profesor Osami Takizawa (Universidad Católica Junshin de Nagasaki) y Antonio Míguez (Universidad de Córdoba), y celebrado en la sede de la Fundación Japón. Antes que nada, quiero desde aquí dar las gracias a los organizadores por haberme invitado a formar parte de este seminario, donde presenté una breve ponencia titulada «Descripciones de Japón para Felipe II: El Imperio del sol naciente visto por el Imperio donde nunca se pone el sol».

Fue un día largo y agotador, incluyendo viaje en AVE desde Barcelona a primerísima hora de la mañana –trayecto aprovechado para trabajar, eso sí–, pero sin duda muy interesante. La sala donde se desarrolló el acto, dentro de las instalaciones que la Fundación Japón tiene en Madrid, resutó ser un lugar muy impresionante y solemne, y el público presente bastante considerable, teniendo en cuenta que estos saraos no acostumbran a ser reuniones multitudinarias precisamente. La primera parte del seminario estuvo dedicada a distintos temas relacionados con el arte nanban, con un especial énfasis en las espadas japonesas, su decoración y componentes, algo que me pareció muy interesante y sorprendentemente específico; mientras que la segunda parte trató temas relacionados con distintos tipos de literatura –informes, cartas, etc.– enviada desde o a Japón. Es dentro de este segundo bloque en el que se situó mi ponencia, basada en una parte de mi Tesina de Final de Máster.

Especialmente interesante para mí fue el poder conocer en persona al profesor Emilio Sola, con quien había mantenido correspondencia en los últimos meses y cuya obra me ha sido enormemente útil recientemente; de la misma forma, fue una pena que finalmente el profesor Osami Takizawa no pudiese asistir al seminario, pues me habría encantado coincidir con él, pero en otra ocasión será. Al terminar, muchos de los ponentes tuvimos unos minutos de charla distendida para compartir experiencias y puntos en común, además del acostumbrado intercambio múltiple y casi caótico de tarjetas de visita para mantenernos en contacto, fue una sorpresa –y de las gratas– el saber que varios de ellos conocían de la existencia de esta web, así que, si leen esto, pueden considerarse saludados.

La tarde la dediqué a encontrarme con algunos buenos amigos madrileños y degustar la peculiar e inesperada exquisitez que entraña un bocadillo de calamares, antes de tomar el AVE de vuelta –tiempo aprovechado de nuevo para adelantar algo de trabajo–, pero todo esto ya no creo que sea de demasiado interés aquí.