Hoy es sábado, pero eso no quiere decir que no haya nada que hacer, porque aunque no tenemos ninguna clase como tal y ni siquiera pasaremos por la universidad, nos han preparado unas cuantas actividades interesantes. Ha venido a buscarnos un autocar del ayuntamiento, concretamente de la Asociación de Turismo de Ise, cuyos representantes nos han hecho hoy de guías. La primera parada ha sido Wakamatsuya, una pequeña factoría con más de un siglo de historia haciendo todo tipo de alimentos con pescado procesado. Y nos han enseñado a hacer una de sus especialidades, el kamaboko, una especie de surimi que suele ponerse, por ejemplo, en el ramen, normalmente en forma de media luna blanca con el borde de un rosa intenso. Un trabajador de la factoría nos ha mostrado cómo había que amasar la pasta de surimi y darle forma, con ayuda de una larga pala metálica y un trocito de madera. Mientras nuestras obras de arte se cocinaban, con algo más de surimi hemos hecho una especie de brochetas que luego se han tostado al fuego, en una de las fotos al final tenéis el resultado. Pero no sólo hemos podido comer lo que hemos preparado nosotros mismos, nos han ofrecido unos vasos de té y un picoteo de todos sus productos –me quedo con una pasta de calamar que iba rellenando al propio calamar, muy buena.
Después el autocar nos ha llevado al Itsukinomiya, un pequeño museo que tiene la característica de que todo se puede tocar y experimentar, hay una especie de palanquín donde te puedes subir, distintos juegos, kimonos que te puedes probar, etc., además de una gran colección de muñecas y otra de telares, todo relacionado con el periodo Heian. Al salir del museo, cruzando la calle, nos han llevado a un restaurante donde nos esperaba una pequeña sorpresa, porque la comida estaba preparada en unas curiosas bandejas montadas sobre unos palanquines y, tal y como nos ha explicado el cocinero, el menú se había preparado conjuntamente con un historiador para asemejarse lo máximo posible a lo que se comía en la corte Heian. Pues si es verdad que comían así, os aseguro que no comían mal.
Con el estómago lleno al estilo Heian hemos visitado el Museo Histórico Saiku, también dedicado sobre todo a ese mismo periodo. Con el nombre de Saiku se conoce a la residencia oficial de la sacerdotisa del Gran Santuario de Ise, conocida como saiō, quien representaba allí al Emperador y, de mediados del siglo VI a finales del XIV, era siempre una hija suya. En el museo primero nos han puesto un vídeo en una pequeña sala de cine, una recreación de la vida de una saiō del periodo Heian, y después hemos podido ver los objetos que allí tienen, réplicas en su mayor parte, que te explican como era la vida en la residencia de esta sacerdotisa.
El pequeño kofun
Saliendo del museo lo primero que hemos visto ha sido un pequeño kofun –aunque los kofun, incluso los grandes, no impresionan demasiado si se ven desde el suelo–, antes de empezar una visita al yacimiento del Saiku propiamente dicho, que está prácticamente en el terreno que separa a estos dos museos que hemos visto hoy. El yacimiento está en proceso, y sobre todo lo que hay es distribuido el espacio que ocupaban los distintos edificios, además de una maqueta bastante grande de todo el complejo y prados de una muy olorosa flor amarilla cuyo nombre desconozco –aunque no sé si esto forma parte del proyecto.
Para acabar por todo lo alto, hemos llegado a una zona en la que están reconstruyendo, a escala real y justo donde estaban, ni un palmo arriba ni un palmo abajo, tres de los edificios del Saiku, como los de la maqueta de una de las fotos. Ha sido una gran experiencia poder entrar en las obras –ataviados todos con un casco– y ver de cerca el trabajo de reconstrucción, que se hace utilizando sobre todo ciprés japonés y técnicas tradicionales, pese a lo contemporáneo del andamiaje. El principal de los tres edificios está previsto que se acabe en septiembre de este año y se utilizará para distintos eventos tradicionales como representaciones de teatro nō.
Realmente Ise está poniendo un gran esfuerzo y recursos en mantener, recuperar y dar a conocer su patrimonio histórico –una prueba de ello es este mismo programa de estudio en el que estoy participando–, da gusto ver a administraciones preocupadas por temas así. En fin, después de esta última visita el autocar nos ha dejado en «casa» y el resto de la tarde y noche la hemos dedicado a lo que hay que dedicar un sábado, pero eso es otra historia.