Discurso de despedida del director Shimizu, tan incomprensible como el primer día

Discurso de despedida del profesor Sakurai, tan entrañable como siempre

Foto oficial con el director, algunos de los profesores, algunos de los voluntarios, y Tamada-san y su equipo

Foto extra-oficial con Tamada-san, abrazándole todos justo antes de que se hiciese la foto para pillarle por sorpresa

Vandalismo gráfico

Aquí se acaba esto, hoy ha sido un día de despedidas. Pero empecemos por el principio. Hoy no teníamos que ir a la universidad hasta las once, pero antes había bastante trabajo que hacer: las maletas, básicamente. Tarea complicada teniendo en cuenta que hay que meter en el mismo sitio todo lo que se trajo más un montón de libros que nos han ido dando estos días, más regalos varios que nos han hecho, más algunas compras que han caído, etc. Y después, dejar un poco recogida la habitación.

Con todo esto solucionado, nos hemos marchado dando un paseo hacia la universidad. Hoy sólo había previsto un pequeño acto de clausura oficial del curso en el que, de nuevo, todo el mundo ha tenido que soltar un pequeño discursito de despedida, empezando por el director de la universidad, los varios profesores presentes, algunos representantes del ayuntamiento, algunos de los estudiantes voluntarios que nos han estado ayudando y, claro, nosotros mismos. Mira que les gustan estas cosas, de verdad. Y después ha ha habido una sesión de fotos con todos –tanto de forma oficial como extraoficial–, el tradicional intercambio de regalillos, bombones y demás, algunas caricaturas espontáneas en las pizarras, etc.

Y así nos hemos ido por última vez a nuestro Kaikan, a recoger las maletas que teníamos ya listas en la recepción, y camino a la estación, donde nos hemos despedido del señor Tamada y de algunos de los voluntarios que nos han acompañado estas semanas. Tren hasta Nagoya, despedida de una compañera americana que tomaba el shinkansen para ir a Tokio porque está viviendo allí, y otro tren hasta el aeropuerto, porque los diez que volamos mañana nos alojamos esta noche en un hotel que hay justo al lado. Y una vez en el hotel, poco que explicar, la verdad. Nos hemos despedido del otro compañero americano, porque tomará un vuelo distinto y tiene que madrugar más que el resto, y cada uno a su habitación, que estábamos cansados y mañana ya tendremos un montón de horas para hablar en el avión. Volamos todos a Frankfurt y ahí ya se separan nuestros caminos.

Mañana ya no habrá crónica, porque la verdad es que no habrá nada aparte de un largo vuelo. Han sido tres semanas muy interesantes, llenísimas de información y nuevas experiencias, muchas clases con un montón de buenísimos profesores, grandes compañeros con los que he aprendido y de los que he aprendido, un gran sentimiento de gratitud hacia un montón de personas: la Kogakkan University, el Ayuntamiento de Ise y la gente de su Oficina de Turismo, todo el mundo en los distintos santuarios y templos por los que hemos pasado, el montón de estudiantes voluntarios que nos han acompañado arriba y abajo, y –sobre todo– Miyagi Natsumi, Kotake Haruka y nuestro queridísimo Tamada-san.

Muchas gracias a todos de todo corazón, contad con una nueva visita a Ise en cuanto tenga oportunidad.