Nuestro horario de hoy sólo incluía una clase por la mañana, de diez a once, nada más, a partir de entonces teníamos el día libre… bueno, libre pero muy ocupado acabando de preparar lo que tenemos que hacer mañana, pero eso ya lo contaré. La clase de hoy no ha sido en nuestra aula de siempre, ni siquiera ha sido en la universidad, hemos tenido que ir en tren –cinco minutos de nada– hasta el Santuario Exterior, y allí, en un pequeño edificio de oficinas, nos tenían preparada un aula. La clase trataba sobre la arquitectura del Gran Santuario, principalmente de los edificios principales del los santuarios Interior y Exterior, a cargo del señor Nishimura, un ingeniero del equipo del Gran Santuario.

Cuando hace dos semanas visitamos el museo Sengūkan, también dentro del complejo del Santuario Exterior, pudimos ver algunos vídeos acerca de cómo estaban construidos estos edificios, incluso las herramientas utilizadas y algunas piezas que los componen; la clase de hoy ha sido bastante más teórica –y difícil de entender, la verdad. De todas formas, me ha vuelto a sorprender la gran complejidad de la estructura de estos edificios que, al verlos, parecen tan simples; el intrincado sistema de encajes de madera, con una precisión milimétrica, es algo verdaderamente alucinante, hace que no los puedas ya mirar de la misma manera nunca más.

Y, como decía al principio, a las once ha terminado nuestra jornada, así que he ido a probar un restaurante que me habían recomendado –muy acertadamente, puedo decir ahora– y me he ido a mi habitación a trabajar en lo de mañana. Así que me temo que hoy no hay demasiado que explicar.