Como dije ayer, hoy sólo tenemos clases, pero únicamente tres, por lo que hemos acabado muy pronto, a las 14.30h. Una tarde libre, dentro del horario de este curso, es todo un lujo, así que se ha agradecido mucho, la verdad.
La primera de las tres clases trataba de la cultura de Kioto y Nara, y de su relación con Ise, a cargo del director de la universidad, el profesor Shimizu. El director ya nos dio una pequeña charla el primer día, explicándonos la historia de la Universidad Kogakkan y estaría bien explicar lo que pasó en esa clase:
Cuando empezó a hablar me di cuenta –aterrado– de que no estaba entendiendo prácticamente nada, y pensé que mi japonés estaba aún en peor forma de lo que yo creía, y que no iba a poder seguir las clases durante estas tres semanas; no es que hablase deprisa –al contrario– ni con un acento raro, es que sencillamente no conocía la mayoría de palabras que estaba usando. A mi alrededor veía a mis compañeros tomar alguna nota y asentir de vez en cuando, lo cual empeoraba la situación, ¡ellos sí le entendían! Pero cuando el director terminó su charla y salió de la habitación, el señor Tamada entró apresuradamente a decirnos que no nos asustásemos, que esa sería la clase con el japonés más complicado que tendríamos en todo el curso, que el lenguaje que usaba el director era muy antiguo y recargado, y que a ellos también les costaba un poco a veces entenderle. Y entonces hubo como un alivio generalizado, con risitas nerviosas y suspiros, porque resulta que a los demás les estaba pasando lo mismo que a mí.
Pues bien, como decía, hoy el director nos ha vuelto a dar una clase… y mejor no me preguntéis qué tal ha estado.
El director Shimizu… lo del oso de la pizarra es casualidad
Tras la pequeña pausa para el café –más necesario que nunca– ha sido el turno del profesor Sako, uno de los profesores más veteranos y reputados de la universidad, quien nos ha dado una curiosa clase sobre el alma y la esencia japonesa, un marco bastante filosófico y abstracto en principio, pero dentro del que nos ha hablado de gran variedad de temas más concretos. Ha salido un poco de todo en su clase, desde la isla de Dejima a que Japón es el país con la población más longeva del mundo, desde Leonardo Da Vinci a la lista de cosas que más preocupan o atemorizan a los japoneses… ¡hasta Pikachu ha salido! Aunque su japonés no era tan arcaico y recargado como el del director, tengo que decir que –para alguien con un nivel justito y acostumbrado además al japonés de Tokio como yo– aquí cuanto mayor es alguien más cuesta entenderle… y este profesor era muy mayor.
Como hoy no había excursión a ningún sitio por la tarde, hemos tenido un rato libre después de comer, antes de la clase de la tarde, y en principio había pensado en pasarme por la biblioteca, pero luego me he dado cuenta de que me apetecía hacer una pausa a tanto estudio y necesitaba un poco de rock’n’roll. No va en absoluto con la temática de este diario ni de esta web, pero quizá a vosotros también os apetece cambiar de tema un momento. Resulta que hay un edificio por el que paso cada día al volver del comedor de la universidad en el que se oye siempre a grupos de música ensayando, y hoy sencillamente he entrado –para sorpresa de los presentes– y he pedido permiso para quedarme un rato a ver el ensayo. Había cuatro chavales preparándose para empezar, afinando y tal, y otros tantos por allí pasando el rato. Casualidad de las casualidades, la primera canción que han tocado ha sido una versión de mi grupo japonés favorito, マキシマム・ザ・ホルモン (Maximum The Hormone). Luego ya han tocado dos o tres canciones suyas, y no lo hacían nada mal. Al acabar hemos estado hablando un rato, nos hemos hecho unas fotos juntos y les he invitado a visitar la web de mi grupo, Bottleduck, y bajarse el disco que tenemos allí –os invito a hacer lo mismo, el disco se puede descargar libremente, es nuestra contribución solidaria a la cultura mundial, sin que nadie gane un duro con ello.
Los chavales dándole duro
El profesor Kamo dándole más duro aún
Y entonces ha tocado la última clase del día, con el profesor Kamo, sobre la relación entre el Gran Santuario de Ise y la corte de Kioto a lo largo de la historia. A estas alturas de la semana, siendo viernes por la tarde, y después de las dos complicadas clases de esta mañana, la verdad es que a mi cabeza le costaba bastante concentrarse –y no era el único, a juzgar por las caras que veía a mi alrededor– pese a que la clase era realmente interesante.
El resto de la tarde, acabadas ya las clases, he decidido dedicarla a descansar y divertirme un rato, sin tocar un libro –que de vez en cuando es algo de lo más sano y recomendable. Este fin de semana promete ser algo muy grande, tenía muchas ganas de que llegase… pero no sé si mañana sábado podré actualizar, así que quizá tenga que hacer una actualización doble el domingo, ya veremos.