Organizar un viaje de este tipo es algo complicadillo ya de por sí, sobre todo porque todo lo que tenga que ver con instituciones japonesas requiere de un extra de burocacia y papeleos varios, y dan por hecho que llevas todo calculado al milímetro… pese a que el trabajo de archivo depende muchísimo de lo que te vas a encontrar una vez estés allí. También requiere bastante papeleo todo el tema de la financiación del viaje, esto lo paga la universidad, esto lo paga el departamento, esto el grupo de investigación, esto lo pagas tú pero luego se supone que te lo pagarán presentando todos estos justificantes y demás… ese tipo de historias. Pero es que esta vez, además, en estos tres o cuatro últimos días he estado al borde de un ataque de nervios desde que me avisaron de que la compañía Air France había convocado una huelga para mañana precisamente, y que no me podrían decir si mi vuelo Barcelona-París se veía afectado hasta hoy, un día antes de salir. Tras dos o tres días de espera, me he despertado esta mañana para descubrir un correo en el que me confirmaban que, efectivamente, mi vuelo se había cancelado. Por suerte, después de unas cuantas llamadas telefónicas, y gracias a la amabilidad y competencia de una agente de la web Rumbo –a través de la que había comprado los billetes–, todo se ha solucionado. Me tocará estar más de ocho horas en París, entre el primer y el segundo vuelo, lo que va a ser un fastidio considerable pero si tenemos en cuenta la situación, no me quejo demasiado, por lo menos podré tomar el segundo vuelo y llegar a Tokio tal y como estaba planeado. Muchas gracias, Sara Pérez de Rumbo.

Así que nada, ya tengo las maletas hechas y el despacho portátil preparado. La siguiente entrada, una vez haya llegado, dormido, e instalado todo el tinglado en mi apartamento.